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miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Armar el árbol de Navidad sigue siendo una tradición?

Todos los argentinos saben que, si de costumbres navideñas se trata, armar el "arbolito" cada 8 de diciembre es la principal e, incluso, la más respetada. La historiografía dice que data de hace unos 200 años, y que llegó a estas costas desde los Estados Unidos, adonde había arribado proveniente de Gran Bretaña.

La primera vez que se armó en el país fue en 1807. Un irlandés nostálgico, que deseaba recordar los festejos europeos, decoró un pino en una plaza de Buenos Aires, sin tener conciencia de que estaba convirtiéndose en el hito fundamental de toda una tradición nacional.

De acuerdo con el catolicismo, el árbol debe comenzar a armarse el 8 de diciembre, en coincidencia con el Día de la Virgen, y finalizarse en Nochebuena, cuando se coloca en la cima la estrella que recuerda la guía de los Reyes Magos hacia Belén.

Este es uno de los puntos en los que los argentinos ya trastabillan: cada año, el pino se decora mecánicamente y por completo ese día, y se desarma el 6 de enero, en un desafío certero a los simbolismos.

Hay menos consenso en la colocación del niño Jesús en el pesebre, aunque ninguna de las dos posturas responde a la costumbre: algunos esperan hasta los primeros minutos del 25 de diciembre; otros, signados por los tiempos modernos de vorágine, rutina y poco tiempo disponible, lo colocan el mismo 8 con el resto de los muñecos.

Otra de las tradiciones pasadas por alto es la que reza que los adornos del árbol deben ser entre 21 y 28, de acuerdo a la cantidad de días que ese año tenga el Adviento, que marca el inicio del año litúrgico cristiano y comprende a los cuatro domingos anteriores a la Navidad, informó el sitio web La Capital.

Tampoco se tiene en cuenta a importancia del color de las esferas que se colocan en el pino. En general, responden al estado de ánimo del encargado del armado y de la "suerte" que se desea. Así, el rojo es asociado a la pasión; el dorado, a la riqueza; el blanco, a la paz; el azul, a la tranquilidad; el amarillo, al éxito; el naranja, a la alegría; el marrón o el beige, al trabajo; y el verde, a la esperanza.

No obstante, para los creyentes las esferas representan los rezos que se llevan adelante en el Adviento, por lo que los colores se relacionan con este objetivo: el rojo simboliza las peticiones; el plateado, el agradecimiento; el dorado, la alabanza y el azul, el arrepentimiento.

Cada día debe colocarse en el árbol una esfera con un propósito, mientras que la estrella en la punta del pino significa la fe que debe guiar la vida del cristiano.
fuente: infobae.com

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